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5 de junio de 2011

DESFACHATEZ Y PACIENCIA

Uno quiere desprenderse de la política como asunto recurrente. La política carga los ánimos de pólvora, y si la insistencia llega a la pesantez, aburre como una novela de Saramago. Porque de eso iba precisamente el artículo de hoy, de novelas y cuentos, guiones de cine y otras manifestaciones literarias. El americano Paul Auster se ha llevado el Príncipe de Asturias de las Letras y, naturalmente, me sentía obligado al comentario periodístico. Sin embargo, hete aquí que llega nuestro ínclito presidente del Gobierno, ese joven intrépido de León, y decide desdecirse, y si dijo que jamás hablaría con una fuerza política ilegalizada, ahora proclama todo lo contrario, bendiciendo que un tal López hable de política con un atajo de asesinos. Eso sí, mirándoles a los ojos, como le gusta a Pepiño, otro adalid de la estupidez humana. A veces, uno se pregunta, ¿cuántos tontos necesita un pueblo para que brote su propia inteligencia?
Uno siempre ha considerado a la mentira como un arma política indispensable para conseguir fines de algún interés. Pero la mentira, al igual que la verdad, también debe guardar ciertas normas. Porque si la ética permite algún salto en el vacío, la estética, amigo mío, debe ser considerada como insalvable. Y es en lo que tropieza la mentira institucionalizada de estos políticos que ahora nos desgobiernan. Se trata de una mentira gruesa, burda, maloliente, demasiado flagrante, con un exceso de triunfalismo y desprovista de cualquier tipo de complejos. ¿De dónde le viene tanta desfachatez a la izquierda española? A veces pienso que no hay como perder una guerra para sentirse justificado durante varias generaciones. El victimismo histórico es la causa, sin duda, de tanto atrevimiento. Dice Rajoy que Zapatero no tiene proyecto político. Se equivoca. El chico lo tiene muy claro. Pretende, nada menos, lo que de antiguo le viene, es decir, una España republicana y federal. El método para conseguirlo, claro está, consiste en un buen acopio de desfachatez y paciencia; además de manipular y someter a los medios de comunicación; controlar solapadamente el poder judicial, incluido el Tribunal Constitucional; aislar políticamente a la derecha; anestesiar al Ejército y mantener la alabanza continua de la Monarquía hasta que la sociedad esté blanda y las circunstancias políticas aconsejen lo contrario. ¿Como para escribir de Paul Auster?

Antonio Civantos

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