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2 de junio de 2011

CHULERÍAS

Parecía la reinona del Chantecler. Y que nadie le tosa de ahora en adelante. Por cierto, sigue siendo el peor parlamentario de la democracia, pero ya sabemos cómo se las gastan estos matones del lenguaje. Porque después de confundir la defensa de las lenguas con la discriminación del español, todo es posible en el reino zapateril de la sintaxis.
Me gustó el discurso de Rosa Díez, incómodamente hermosa, y con cierta dulzura durmiente en sus labios. Sin embargo, don Mariano Rajoy, líder de la oposición, adornado de buenas maneras y mejores propósitos, resultó, para mi gusto, demasiado blando en su afán de domeñar el pomposo aleteo de la mayoría, poco atenta a lo que el país tiene de enfermo grave. Me parecieron ligeramente esmaltadas, tal vez demasiado medidas, sus palabras de réplica, justo lo que necesitaba el monclovita: una oposición de conveniencia para completar la dictadura que pergeña su ideario. Aunque tal vez le baste con su sonrisa de perfiles azulados para convencernos de que los jueces son libres, el parlamento autónomo y la prensa independiente.
Zapatero se sienta sobre un trono descabalado por la rabia incontenida de media España, pero mucho me temo que tanto desprecio sea una especie de imán que lo mantenga atado a su puesto. Una desgracia, claro está, si el mismo desprecio también lo apuntalara sobre la tribuna sacrosanta del Congreso, con ese poco de crueldad de gallo en los labios y su barboteo de palabras desgastadas, como si la campaña electoral no hubiese terminado y siguiera esponjándose entre ríos desbordados de demagogia.
Reconozco que hay en mí semblante como el reflejo mortecino de una imparable melancolía. He digerido mal la derrota, lo sé, y hasta admito que soy un mal perdedor, lo que me convierte casi en faltón de taberna, como cuando un grillo estride su violín en las noches de verano. Aunque el tiempo, poco a poco, me irá llenando de resignación ante las chulerías del destino. Claro que todo sería más halagüeño si la contaduría del país no estuviera en tesitura de quiebra, un mal asunto para llevar a cabo la política bolivariana a la que nos tienen acostumbrados. Si para Zapatero esto es tan sólo un “escenario de desaceleración”, mejor será que afrontemos el futuro medio fundidos entre las sombras de los morosos. Vitoreando su destreza.

Antonio Civantos

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