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15 de junio de 2012

SAN ANTONIO DE PADUA

CARTAS A DORA MALENGO 14 DE JUNIO DEL 2012 Querida Dora: Ayer fue mi santo. Trece de junio. San Antonio. Y aunque mi padre ya no está entre nosotros, también fue su santo, y lo celebramos como si el pobre estuviera presente. Recuerdo que, cuando era pequeño, mi madre siempre preparaba una buena fuente de ensaladilla rusa, pero ni era para mi ni para mi hermano Juan, sino para las visitas que venían a casa a felicitar a mi padre. Solían llegar a la hora del aperitivo, entre la una y las dos del medio día, se tomaban una cerveza con su plato de ensaladilla y se marchaban. Todos decían que la ensaladilla que guisaba mi madre era la mejor que habían probado nunca. Yo también lo pensaba y ahora lo sigo creyendo. El secreto es que los ingredientes sean frescos y la mahonesa ligada con aceite de oliva virgen. Hay gente que no está de acuerdo en el asunto de la mahonesa y el aceite de oliva, ya que lo prefieren de girasol. Cuando trato de rebatir semejante sacrilegio, los “girasoleros” aducen que sobre gustos no hay nada escrito. Y se equivocan. Sobre gustos ya está todo escrito. Y te aseguro, Dora, que una mahonesa ligada con aceite de girasol es una aberración culinaria, pues le sustrae uno de los sabores más genuinamente españoles de todos: el del aceite de oliva. Pues bien, vinieron algunos amigos a felicitarme. Y sabiendo mis vicios más perversos, todos, absolutamente todos, me regalaron libros. Mi agradecimiento. Naturalmente, les invitamos a comer la tradicional y “sanantoniana” ensaladilla rusa y de paso unos langostinos y un buen pollo de corral guisado a la manera de San Marcial, una maravilla de pollo que nos cocinó la señora del bar del pueblo, una de las pocas guisanderas que quedan aún por estas tierras leonesas. Después jugamos a las cartas, vimos un partido de la Eurocopa y mi amigo Manolo y yo nos merendamos al alimón un par de cafés con leche y un buen trozo de una de esas trenzas maravillosas de la pastelería zamorana. Como es natural, y así como sin querer, llegaron los güisquis para agudizarnos el ingenio y liberarnos de inhibiciones absurdas con unas risas a tono con el día que celebrábamos. En realidad, lo pasamos muy bien, aunque me hubiera gustado, mi querida Dora, que estuvieras con nosotros. Hay algunas ausencias que, si bien ya parecen asumidas por culpa de la costumbre, nunca dejan de estar presentes en la memoria. Sobre todo, en los días más señalados. Un beso muy especial.

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