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10 de junio de 2011

EL LEOPARDO DE HEMINGWAY

Después del espejismo reivindicativo de esa españolidad futbolera y cañí, nos llegan noticias de Cataluña. El correveidile plenipotenciario catalán, el atildado Durán y Lleida, vino al Congreso para amenazarnos en nuestra propia casa. Y, solamente, una mujer, la vascuence Rosa Díez, ¡toma nísperos!, le contestó por fin con la Constitución en la mano. ¿Cuál fue la amenaza del miramelindo? Pues nada menos que la de romper su compromiso con el Estado español. ¿Y a qué espera ese chico tan perfumado? Lo único que iba a perder España son esos cinco magníficos futbolistas del Barcelona. Nada más. Y nosotros, los españoles, además de todo este trajín de palpitaciones, nos ahorraríamos los miles de millones de euros que Zapatero les ha prometido en reconocimiento a nuestra nueva y sumisa condición de ciudadanos colonizados.
Rosa Díez, en lo referente a la flagrante inconstitucionalidad del Estatut, habló de corrupción institucional y política, acertando plenamente. El Tribunal Constitucional, o como quieran ustedes llamarlo, ha vuelto a prevaricar, como prevaricó aquella vez en el asunto Rumasa, convirtiéndose en lo que todos los demócratas pensamos. Sólo nos queda el consuelo de que en los libros de Historia figurará, con letras de oro, el nombre de la soberana de este atropello y el de su intrépido corruptor, un político llegado de provincias con el afán de escalar las cumbres nevadas del Kilimanjaro y buscar el leopardo de Hemingway.
En cambio Rajoy, don Mariano, midiendo al milímetro los pasos que le separan de la Moncloa, evita cualquier comentario acerca de un asunto tan crucial para nuestro futuro. Y eso que hemos de reconocer que actuó a la perfección, tal como se esperaba de él, cuando aquello de las firmas para el referéndum y la consecuente impugnación del Estatut. Sin embargo, con respecto a la sentencia confirma que le han vuelto a dar gato por liebre, quiero decir que va el tío y se atrinchera en el escaño bajo la plebeya hermosura de la Cospedal. Naturalmente, detrás de estos silencios se esconde, como se ha demostrado, la estrategia electoral del millonario Arriola, señor de Villalobos, un tipo que pergeña sus campañas apoyándose en el supuesto de que la mayoría de los españoles somos tontos y, sobre todo, en la absoluta tranquilidad del voto cautivo de la derechona, la cual suele votar, un servidor incluido, por ese miedo histórico a la victoria del marxismo/leninismo, sobre todo en la versión empirocriticista y glamurosa de Belén Esteban, VII Asamblea.
Lo siento en el alma, pero yo creo, amigo mío, que la actual situación política de España, no digamos la económica y financiera, se encuentra en un callejón sin salida. Jurídicamente, los españoles, ante una Constitución institucionalmente vulnerada, nos hallamos al albur de los colonizadores catalanes y pronto estaremos de los vascos. Hasta tenemos que pagarles, como digo, el tributo correspondiente. Y no sería extraño que Pepe Montilla haya dispuesto ya, al igual que un día lo dispusiera Maciá, un ejército de almogávares en la frontera, con el cobrador del frac a la cabeza, por si alguno no se aviene a la pernada y al gabelazo. ¡Ay, si los borbones levantaran la cabeza!



Antonio Civantos

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