¿DÓNDE ESTÁN LOS POETAS?
A Zapatero se le rebrinca la patria. Muchos frentes abiertos para tan escasa sesera. Con leer a Borges no le llega a este joven para tanto como sucede: los catalanes le prenden fuego al Presupuesto y a la Corona, los vascos ponen fecha a un referéndum de atrezzo y guardarropía y a unos jóvenes de Andalucía se le exonera el vientre de tanto republicanismo, ajo blanco y porra antequerana. Pero esta es la España que Zapatero ha pergeñado, paso a paso, tacita a tacita, la España que le estallará entre las ingles cuando menos se lo espere. Lo mejor que puede hacer este chico es perder las elecciones de Marzo, a no ser que quiera presenciar desde tribuna privilegiada el derrumbe del Imperio, definitivamente. Lástima que no tengamos a los del 98 para que nos glosen la catástrofe, tal como hace un siglo con la pérdida de Cuba y Filipinas. Una pena que se nos suicidara Ganivet; ahora bien hubiera podido escribir otro Idearium sobre los restos de este otro naufragio interior, que es lo que hoy nos toca vivir. Aquel otro fue un naufragio exterior, ultramarino, aunque sangriento y épico, con Alfredo Mayo en plan héroe mitológico, según el guión estelar de Cifesa y Benito Perojo.
Sin embargo, lo que no barrunto muy bien es de qué baúl van a sacar la república que reivindican, pues una vez separada la periferia, ya me dirán ustedes dónde izar la bandera de la cosa, como si extremeños, castellanos y andaluces tuviéramos el cuerpo para entonar, a estas alturas de la informática, el himno de Riego, a no ser que lo cantemos por Farina, Bambino y Juanita Reina. Además, para mí que a esta tercera república le faltan poetas, ateneos y demás cacharrerías. Porque yo creo que la de Azaña se instauró abrileña gracias a los poetas que la alumbraron. Me refiero a aquellos poetazos de la llamada generación del 27, quienes, mientras desgastaban el peluche de los cafés, construyeron el invento, verso a verso, entre metáfora y metáfora, como el que no quiere la cosa. La nómina ya se la saben ustedes: Cernuda, Dámaso, Alberti, Lorca, Guillén y toda esa basca. Aunque también voceaba Azorín, entre mínimo y minutísimo, contra el Ancien Regime. No obstante, el gran prosista de la II República fue don Manuel Azaña, que según la maldad del maestro Umbral, todavía no se sabe muy bien qué clase de gloria pretendía, si la política o la literaria. Claro que al final del engendro, cuando el circo se vino abajo, quienes se impusieron fueron los poetas del otro bando: Ridruejo, Foxá, Sánchez Mazas, Maeztu, Giménez Caballero, García Serrano, etc, que fueron, por así decirlo, los bardos de la victoria.
La cosa republicana, por tanto, siempre ha tenido que ver más con poetas, novelistas, oradores y otras faunas que con políticos, militares y abogados, aunque éstos sean los que luego salgan en las fotos y en los jodidos exámenes del Preu y otras eternidades. Y es el caso, amigos míos, que en esta nueva reivindicación del régimen republicano se eche de menos a los poetas, falta en realidad toda una generación lírica representativa, al menos unos juegos florales, un Ateneo con cacharrería que haga fluir los sonetos, las cuadernas vías, las coplas a la muerte de su padre y, en fin, algo en que los legos y leguleyos nos apoyemos y que nos abandere en nuestra marcha triunfal y regicida hacia la Zarzuela.
Sin embargo, no veo yo el panorama político demasiado lírico, sino todo lo contrario, porque este alcalde de Humilladero, provincia de Málaga, poéticamente me parece eso, humillante, como su propio nombre indica. ¿Es que no tiene la izquierda sacrosanta un poeta decente que llevarse a la boca? ¿No tiene Prisa en sus cuadras uno de esos escritores apesebrados que nos lleve entre rimas y versos hasta el Palacio de Invierno? Como si lo viera, la III República sólo va a ser un tinglado manejado por izas, rabizas y colipoterras. Claro que al menos serán personajes de Cela. Algo es algo.
Antonio Civantos
6 de junio de 2011
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