DON JAIME
La actualidad no es otra cosa que la psicosis de lo real, por eso uno estaba convencido de que el desarrollo de la crisis económica desembocaría en una Kale Borroka sindical, sin embargo las centrales prefieren empolvarse su labio leporino, es decir, mantener a buen recaudo su perversa, interesada y dependiente relación con el gobierno socialista. Naturalmente, la sonrisa de Zapatero sigue despejada de nubarrones, cuando debería teñirla con los mil fuegos de la debacle que se avecina, porque hasta ahora lo que alborota el ambiente son ligeros y amables avisos de tormenta, como esas tardes negras y preñadas de pedrisco que aún no quiere caer. Todavía nos faltan varios infinitos para avistar los abisales fondos de esta kermés heroica que nos aguarda. Mientras llega, a la progresía le ha dado por zaherir la figura de don Jaime de Marichalar, como si fuera el personaje público donde centrar el debate ideológico que nos asola. En cuanto al capitalismo se le quiebran las carcajadas, de alguna cloaca salen las ratas leninistas empuñando sus manuales de entreguerras. El capitalismo herido precisa tisanas capitalistas, pero Zapatero tiene sonrisa de titiritero hambriento y no le importan las hambrunas si no peligra su trono. Él sabe en el fondo que la quiebra económica del país no le moverá de la Moncloa, sus asesores tienen mucha experiencia en el juego electoral y prefieren alejarlo del tufillo reformador de los populares, confiando en que la crisis se resuelva en los bosques keynesianos de Wall Street. Pero por esta política de ojos cerrados a los españoles nos costará más tiempo y dinero cruzar la lluviosa madrugada de difuntos que nos espera. Claro que, mientras tanto, bien pudiéramos entretenernos con la persona del duque de Lugo, que es sin duda el único culpable de lo que acontece. En una democracia falsa y pervertida como la nuestra, no es de extrañar que la prensa del Régimen se gire hacia los miembros de la familia real, hacia la Monarquía, única institución que mantiene la pureza original de los valores democráticos. Desde luego, no se van a dedicar a dudar de la independencia del Consejo del Poder Judicial, a pesar del triste espectáculo de su nombramiento. Por desgracia, basta fijarse en la elocuencia fanfarrona de los políticos para saber, como decía Franco, que todo está atado y bien atado. Perdonen, pero me encuentro entre los admiradores incondicionales del duque de Lugo, el cual pone un toque de dandismo inglés entre la inestimable campechanía borbónica, digo yo que alguna razón tendría el maestro Umbral para acunarlo entre sus metáforas. Mientras tanto, Zapatero vuelve a gobernar con la misma ineptitud caótica y cerril que la vez anterior, sus maneras provincianas manchan el paisaje como pinceladas negras y pesadas sobre una acuarela de Turner. Ya veremos si logra mantener el clariver de la sonrisa en el desfile estelar de los ejércitos fantasmales de la noche. Tal vez, para la ocasión, bien pudiera enseñarle don Jaime uno de sus gestos más altivos y aristocráticos. Un quintal de gomina para aquel perfumado y jadeante momento.
Antonio Civantos
5 de junio de 2011
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