Vistas de página en total

4 de febrero de 2012

SUPERMAN Y LAS LÍNEAS ROJAS

A mí es que este señor, como resulta tan mandibulario, se me parece un poco a Superman. Me refiero a don Artur Mas, claro, que ha volado hasta Madrid con Spanair para traernos la amenaza de Andrómeda. Porque este buen hombre, don Artur, no sé que ha dicho acerca de unas supuestas líneas rojas que no hay que cruzar bajo ningún concepto, so pena de excomunión nacionalista, que es una excomunión de muchas más jaculatorias que la del Vaticano y el cardenal Rouco Varela.
Madrid siempre ha sido una ciudad abierta y hospitalaria con los forasteros. Hasta les ofrece, ahora que hace frío, un caldito humeante en Lhardy y unos nardos caballero, como dice la copla. Pero es que este señor, me refiero a don Artur, ha llegado en plan pistolero de Chicago, años veinte, sin saber que a estos bravucones se los pasan los madrileños, como a los soldados de Napoleón, por el forro de los bartolillos, que son unos pasteles de crema, cojonudos por cierto, que venden en una dulcería de la calle Mayor.
O sea, que don Artur se viene a Madrid a formarnos el tiberio nacionalista, sin acordarse de la fortuna que nos gastamos los españoles en aquella vaina de la Olimpiada, y también en el imperio que ahora nos cuestan los árbitros para que el Barsa venga al Bernabeu a echar unos rondos y ganar como el que se fuma un puro. A decir verdad, no sé qué dinero reclama don Artur, un dinero que dice que es suyo, según él, por no sé qué monsergas y otros cálculos euclidianos de difícil entendimiento. Porque de eso se trata. De llevarse una pasta para seguir con sus televisiones panfletarias, embajadas en Manhattan y París, el tropel de putas del Molino Rojo y ese chico, Pinto, manoseando el balón fuera del área como si se tratara, un suponer, del trasero de su novia.
Encima, don Artur se ha entrevistado en la Moncloa con un Rajoy vestido de sor Pascualina, es decir, con un Rajoy hecho de mantequilla soriana que se derrite cuando negocia con nacionaleros y otras especies derivadas. Para mí que el señor Rajoy, después de la visita de Superman, no sólo camina escocido por los pasillos de la Moncloa, sino que arrastra cadenas nocturnas, como el famoso fantasma de Casterville.
Quiero decir que don Artur, con sus fanfarronadas de camorrista portuario, ha llegado a Madrid en plan Teixeira para darnos a todos por retambufa, a Rajoy el primero, y de paso llevarse las cuberterías de la Moncloa y el Palacio Real. Sospecho que el muy jodío anda avizorando la forma de penetrar en las cámaras secretas del Banco de España, donde se piensa que guardamos el oro de Moscú, sin saber que ese oro se lo llevaron los socialistas, don Juan Negrín sin ir más lejos, cuando aquello de las guerras púnicas y el sitio de Numancia. De modo que el honorábile ha llegado tarde a marcar las líneas rojas como si fuera Durruti, por la sencilla razón de que aquí ya no hay dinero y, como digo, el oro de Moscú está en Moscú y, para colmo de males, Teixeira se encuentra de vacaciones en Galicia, comiéndose todos los percebes de la Ría de Arosa, grandes como carallo du homo o como el flagrante penalti de Pujol a Benzema, por si alguien no lo tiene anotado. Si los catalanes necesitan dinero deberían pedírselo a Griñán y, sobre todo, a su chófer, ya que tal vez les quede algún ERE sin cobrar entre los setos del parque de María Luisa. Porque si don Artur ha establecido unas líneas rojas, el chófer de Griñán prefiere las rayas blancas, por lo que es posible que ambos lleguen a un acuerdo financiero. Sólo es cuestión de colores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario