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18 de febrero de 2012

FUMIGACIONES

Yo no sé si a Rajoy le gustan las películas. De todos modos, me tomo la libertad de recomendarle una de Robert Altman, “Vidas cruzadas”, basada en una serie de relatos cortos de Raymond Carver, que, por si al lector le interesa, han sido reunidos por la editorial Anagrama en un libro titulado “Shorts cuts”. Pues bien, de esta película me gustaría destacar, sobre todo, la primera secuencia. Me refiero a cuando aparece por la noche una bandada de helicópteros con el propósito de fumigar la ciudad de Los Ángeles. Se lo digo al señor Rajoy por si entiende la indirecta y le da por hacer lo mismo, es decir, por aplicar ciertas normas de la más elemental higiene democrática.
Hablemos claro. ¿Cómo es posible emprender una subida de impuestos, más una reforma laboral, las elecciones andaluzas, más los recortes presupuestarios que están por venir, sin antes efectuar una fumigación masiva en Televisión Española? Me pregunto si el señor Rajoy, nuestro presidente, es masoquista o es que le gusta andar entre reptiles por aquello del subidón de adrenalina. Porque todas estas medidas que ha tomado hasta la fecha, no sé si a ustedes les parecerá lo mismo, pero yo creo que se las están dinamitando en los platós de la televisión pública. Que se cebe con él ese gracioso de la Sexta con cara de cernícalo, ahora no recuerdo cómo se llama, me parece de lo más normal, incluso empezaría a preocuparme si no lo hiciera. Lo mismo digo del gran Hilario Pino, sobre todo ahora que se ha puesto césped artificial sobre la masa encefálica, supongo que para ocultar algún fuego fatuo y otros resplandores de difícil catalogación.
Sin embargo, el linchamiento institucional que TVE perpetra sobre su persona y su política gubernamental, señor Rajoy, sólo es concebible desde un punto de vista psicopatológico. Perdone si le ofendo, pero, en mi opinión, usted necesita de una larga terapia de adaptación a medio. Porque con ese cuajo suyo, esa tranquilidad violeta, ese sin subir y sin bajar de los gallegos, nos tiene usted a los de derechas como en un sin vivir.
Y qué me dice, señor Rajoy, de la visita de Rubalcaba a la Moncloa. ¿Ha mirado usted debajo de la mesa por si le ha colocado algún micrófono de parte de Garzón? No, pues mire. Y encima va el tío y le convence para que no realice ningún nombramiento en TVE hasta el mes de junio. ¡Toma nísperos! (Campmany)
Señor Rajoy, en este primer semestre de su mandato, es decir, justo hasta el mes de junio, no va a tener otro remedio que tomar un océano de medidas de lo más sangrantes para la vida de los españoles. ¿Se da cuenta de que usted ha sido señalado por el Destino para esparcir las siete plagas de Egipto? Probablemente, todas muy necesarias, obligadas y acertadísimas, no se lo discuto, pero, por culpa de su cachaza gallega, usted va a tener que soportar el desaguisado de obuses y otros sarcasmos que, desde su propia casa, le va a lanzar todo ese rojerío televisivo. Un rojerío que fue colocado allí por Zapatero/Rubalcaba justo después de las calendas ferroviarias del 11M.
Si se tratara, señor Rajoy, de profesionales independientes, se comprendería el arte de su prudencia (Gracián), incluso sería un aval a largo plazo, casi definitivo, de su compromiso con la democracia. Pero, como usted sabe, por ejemplo, esa tal Ana Pastor (no confundir con la excelente ministra) de los desayunos mañaneros, esa jovencita amaestrada por sus amos para dinamitar cualquier atisbo de sensatez política, no puede seguir al servicio del socialismo revolucionario de Zapatero. Búsquele usted acomodo, un suponer, en la empresa del marxista Roures. Pero, por Dios, señor Rajoy, fumigue usted Televisión Española. Fumíguela de una vez. Con helicópteros y todo. A lo Robert Altman.

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