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28 de enero de 2012

LAS SUECAS Y LAS TIJERAS DE PODAR

Yo lo que quiero es que Rajoy meta las tijeras de podar a la cosa del “bienestar” para que los socialistas comprueben que hay un plan. Rubalcaba dice que Rajoy no tiene plan, y a mí me preocupa que el rojerío ande por el rastrojo del paro sin una esperanza, sin una lucecita que les marque el final del túnel y, sobre todo, de una vida sin poltrona ni dinero público. No obstante, me parece que hasta que Javier Arenas no disfrute de las mil y una noches del califato andalusí, sus mezquitas y morerías, no habrá tijeretazos ni sabremos si Rajoy tiene un plan con la Merkel, o, por el contrario, prefiere el celibato matrimonial, pues ya se sabe que el matrimonio es una especie de celibato de andar por casa.
Mientras tanto, yo les recomiendo que no abran la puerta a desconocidos, no vaya a ser que sea un inspector de Hacienda o el cobrador del frac, que vienen a ser lo mismo. Como digo, todavía no hay recortes en el gasto, pero, en cambio, los funcionarios de Hacienda andan, como fieras hambrientas, a la busca y captura del pobre contribuyente, a quien siempre encuentran un muerto enterrado en el jardín. Quiero decir que, menos a los cabrones de los políticos, a todos nos quieren pasar por la piedra fiscal y en plan Dilinger, por si fuera poco la ruina en que nos ha dejado Lehman Brothers, Zapatero y las hipotecas subprime.
Curiosamente, ahora los españoles pagamos más impuestos que los suecos, pero sin una sueca que llevarnos al cine. O sea, que España, por culpa de las derechas, paradójicamente, se ha convertido en una socialdemocracia sueca, pero sin suecas. Al menos, si hubiera suecas, el expolio a que nos somete Montoro, ¿de qué se ríe Montoro?, no sería tan doloroso y al diablo entregaríamos el hato y el garabato, yo por lo menos, si a cambio nos pudiéramos beneficiar, en plan faunos mitológicos, a una de esas ninfas rubias de Bergman que tan intelectuales nos ponían en el cine-club de los jesuitas.
Pero este país ya se sabe que es muy barullero y no creo que, ni con recortes ni con más impuestos abusivos y sin suecas, la economía se salve, ni haya nadie que venga a salvarla, a no ser que volvamos, no ya a la peseta, sino a los maravedíes y a la alfarería paleolítica, al pastoreo y a otras trashumancias de flamencos, bandoleros de la serranía, los curas chocolateros y otras especies de toda la vida. No es que yo me quiera poner pesimista, joder, pero es que ya no se ven por la calle, como se veían antes, a los petrodólares en sus cochazos moros, ni a los soldados franceses de Merimee perdiendo su alma en los burdeles babélicos de la capital. Por no tener ya no tenemos ni a Fraga, uno de los hombres más preclaros en materia de turismo y radioactividad ambiental. Fraga fue el que inventó el ajetreo sexual de Torremolinos y sus playas pecaminosas de dos rombos, permitiéndonos la visión de las primeras suecas de carne y hueso y medio en pelotas y sin apenas pagar impuestos.
Desgraciadamente, después de las elecciones andaluzas, la tijera de podar de Mariano Rajoy y sus cobradores del frac, no sólo nos van a dejar en cueros y sin pastillas para la tos, sino que nos obligarán a un comercio de trueque, a entrenar a la cabra, a montar en el Seiscientos con la suegra y a soportar arbitrajes como el de Teixeira la otra noche en el Camp Nou. Pero lo peor, amigos míos, es que Fraga se ha llevado consigo a las suecas, dejándonos a Carmen Chacón. ¿Se imaginan ustedes un invierno más duro?

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