CARTAS A DORA MALENGO
1 DE NOVIEMBRE DEL 2012
QUERIDA DORA: nadie sabrá jamás
el calvario que he pasado este año con la editorial que suele publicar mis
novelas. Te vas a quedar de piedra, pero, increíblemente, “El asesino de
Venecia” aún no está en manos del distribuidor. ¡Y eso que salió de la imprenta
a primeros de junio! No quiero entrar aquí en valoraciones personales, pero te
juro, Dora, que nunca más volveré a meterme en tratos con estos señores. Y es
que lo único que no me puedo permitir, a estas alturas de mi vida, es el lujo
de perder el tiempo.
Sin embargo, no sólo estoy
abatido por estos asuntos, sino también porque no se nada de ti desde hace
semanas. Confieso que me he vuelto un adicto a las revistas del corazón, por
ver mayormente si vienes en alguna fotografía, pero es como si alguien te
hubiera secuestrado, tal vez alguno de los muchos maridos que has arrojado de
tu vida, celoso hasta del aire que respiras y el agua que bebes. Te aseguro que
yo también lo estoy. ¡Celosísimo! Sin embargo, aquí me tienes, tranquilo y
callado, a la espera de algún gesto tuyo, por leve que sea.
Pero también hay alegrías en
mi vida. Sin ir más lejos te diré que estoy en tratos con una editorial de
Barcelona para publicar mi Hemingway. Espero que todo salga bien y el libro sea
un éxito y mi autoestima se recupere y pueda zambullirme de pleno, exuberante de
confianza, en la “autobiografía” que te mencioné en una de mis cartas
anteriores. Claro que antes he de corregir otra novela de Ciro Blume que terminé
este verano: “Misterio en el museo”. Trabajo, como ves, no me falta, pero la
publicación de cada libro me supone un auténtico Calvario.
Esta tarde he ido al cine y
estoy terriblemente arrepentido. ¡Qué decepción! Estuve por abandonar la sala a
los quince minutos de haber empezado la película: ¡Cosmópolis! Tan mala como la
novela de De Lillo en que está basada. No soporto esa escritura fría y aséptica
que tratan de poner de moda algunos escritores, pretendiendo despojar de alma a
la Literatura. A mí ese pájaro de la limusina blanca que necesita cortarse el
pelo en una peluquería situada al otro extremo de la ciudad me deja totalmente
al pairo. La idea no sería descabellada si los personajes presentados en el
trayecto fueran de verdad. Pues te juro que si existiera una docena de ellos,
trataría de parar el mundo y bajarme en la próxima. Pero lo peor son las
teorizaciones sobre el capitalismo. No las soporto. La moda es argumentar en
contra del sistema, pero nadie bosqueja al menos la estructura de un nuevo
orden. Desde mi punto de vista, lamentarse de las injusticias del capitalismo
es como lamentarse de las inclemencias del clima.
Como decía Umbral, si a
alguien le interesa leer novelas que se deje de idioteces y se ciña a la obra
de Proust. Para él, la única novela que merece la pena de leerse es “En busca
del tiempo perdido”. Quiero decir que después de leer a Faulkner, Virginia
Woolf y García Márquez, lo mejor es darle vueltas y más vueltas a la Recherche.
Acabo de terminar “La parte de Guermantes” y mañana pienso empezar “Sodoma y
Gomorra”. Será como llevar a hombros, hasta el final de mis días, la piedra de
Sísifo. Pero lo haré con sumo placer. Mi querida Dora, no dejes de avisarme
cuando estés de vuelta en la Tierra. Siempre tuyo. Antonio
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