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24 de febrero de 2013

KIKI DE MONTPARNASSE



CARTAS A DORA MALENGO
MADRID, 24 DE FEBRERO DE 2013

QUERIDA DORA: no sé yo si tú sabes que estoy en Madrid. Llegué la semana pasada, tal vez el lunes, pero mucho me temo que no he trabajado gran cosa. Leer, lo que si dice leer, sí que he leído, todas las mañanas, después del desayuno, como cuando vivía en Trujillo en casa de mi abuela. Era mi hora favorita para leer novelas, como hasta la una o así. Después salía a tomar el aperitivo con los amigos, principalmente al bar Pillete, que estaba bajo uno de los soportales de la plaza, haciendo esquina con el Arco de Sillerías. Hoy creo que también vamos a salir a tomar el aperitivo. Lo ha dicho mi suegra que está aquí en Madrid, con nosotros, en casa, por un asunto de médicos que luego no ha sido tal.
Hoy domingo también he leído el libro que ahora ocupa mi tiempo, que ocupaba, mejor dicho, ya que acabo de terminarlo. Lo empecé ayer a leer y acabo de liquidarlo sin contemplaciones. Se trata de los “Recuerdos recobrados” de Kiki de Montparnasse. Unas memorias muy simples que un editor parisino le encargó y que Kiki escribió, en mi opinión, a toda prisa y como sin detenerse a pensar. Según dicen, fue Hemingway quien se encargó del prólogo de la primera edición inglesa.
En realidad se llamaba Alice Prin, pero todo el mundo la conocía por Kiki y su nombre artístico fue Kiki de Montparnasse. La pobre pasó mucha hambre durante su infancia y, sobre todo, en su adolescencia en París. Kiki hizo de modelo para la mayoría de los pintores de la época. Me refiero, claro, a los que vivían en Par. en﷽﷽﷽﷽﷽﷽años veintero, a los que vivi todo el mundo le llamaba Kiki y su nombre artue  con el Arco de Sillerer, s_____________ís en los años veinte: Modigliani, Fujita, Kisling, Derain y por ahí todo seguido. También fue pintora, bailarina y cantante de cabaret. Tuvo varios amantes y me ha parecido, según describe ella, una mujer muy vitalista y sumamente romántica. Uno de esos amantes fue el fotógrafo americano Man Ray, sin duda de los mejores fotógrafos que han existido. También me ha impresionado que ella, una chica de apariencia tan frívola, se emocionara al oír las notas de “Ma mére l´oye”, una obrita preciosa de Ravel, delicadísima, sólo para almas muy sensibles. Personalmente de Ravel me gusta sobre todo la “Pavana para una infanta difunta”, una pieza a la que tengo especialmente cariño gracias al magisterio de Guillermo Cabrera Infante, uno de mis escritores preferidos.
Y si seguimos por la cosa literaria, confieso que los escritores americanos de lengua española escriben cien veces mejor que nosotros, perdona la cursilada, los de la madre patria. Para mí, García Márquez, es sin duda el rey de ese olimpo latino, aunque Cabrera Infante, como te digo, ocupa un lugar preferencial en mi canon particular. Curiosamente, en un libro del hondureño Augusto Monterroso titulado “Pájaros de Hispanoamérica”, donde glosa la vida y obra de la mayoría de los escritores de ese continente, no tiene empacho en omitir, así por las buenas, nada menos que a García Márquez, a Vargas Llosa y a Julio Cortázar, es decir, a los reyes del mambo en aquel “boom” literario de los años sesenta. Tres cabezas visibles que Monterroso ningunea a propósito, seguramente por algún plan perverso de venganza o cosa por el estilo. O tal vez para reivindicar la obra de otros escritores que permanecen ocultos como leprosos tras la fama de los tres adalides del “boom”. Como quiera que sea, a mí me parece que García Márquez y Cabrera Infante siguen siendo los más estilosos de todos, aunque no me gustaría dejarme en el tintero una pluma tan fina y elegante como la de Manuel Mujica Lainez. Si no has leído Bomarzo, mi querida Dora, ya es hora de que te des un buen revolcón de placer literario. Yo la leí hace un par de décadas y aún me tiemblan las piernas.
Mañana, sin ir más lejos, me voy a poner con una obra de Alfredo Brice Echenique, una que lleva por título algo así como “El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz”. Lo tengo aquí en mi librería de Madrid desde tiempo inmemorial y creo que ha llegado la hora de darle una oportunidad. Y es que al libro se le ve así como viejo, lleno de polvo y bastante cansado. En el fondo elijo este libro para desintoxicarme de todo lo que he leído estos meses del París de los años veinte. El último, como has visto, ha sido el de Kiki de Montparnasse. Y la verdad es que estoy un poco como hasta la coronilla del surrealismo y sus sacrosantos apóstoles.
Ya he terminado el discurso para el acto de la presentación de mi novela “Yo, Hemingway”. Eso sí, lo tendré que corregir un millón de veces, pero el caso es que lo principal está hecho y sólo tengo que preparármelo a conciencia. No sé si te lo había dicho, pero la presentación del libro en Madrid tendrá lugar el día ocho de marzo, viernes, a las ocho de la tarde. Será en la librería “La fugitiva”, calle de Santa Isabel, 7, al lado del metro de Antón Martín. Todavía no se quién me lo va a presentar, esa es la verdad, aunque espero que este problema se solucione la próxima semana. Sin embargo, la presentación en Zamora, que será el día quince de marzo,  parece arreglada en casi todos sus detalles. Lo mismo se puede decir de la presentación en Marbella, cinco de abril, que estoy seguro de que será todo un éxito. Me falta organizar la de Cáceres, la cual me gustaría que se celebrase el 22 de marzo. También la de Sevilla parece que podría anunciarse, según me dice mi cuñado Rafael Arenas, para el 11 de abril.
Pero lo más trágico de todo es que entre tantas presentaciones, tú, mi querida Dora, no estarás en ninguna de ellas. Es la cruz que me ha impuesto el destino.
Tuyo para siempre.
Antonio

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