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15 de noviembre de 2013

DIARIO


Miércoles, 13 de noviembre del 2013

Toda una mañana de trabajo.
Por la tarde, nada más comer, hora y media de paseo. Después, una tabla de gimnasia, ducha, afeitado y otra vez al tajo.
A las ocho, me monto en el coche y me voy hasta El Corte Inglés de Puerto Banús, ya que me avisaron por teléfono de que había llegado mi encargo, una película en DVD: “El año pasado en Marienbad”, de Alain Resnais.
No sé por qué razón, pero uno siempre ha estado enamorado de los balnearios barrocos y de Delphine Seiryg, una actriz de cine francesa, aunque nacida en el Líbano. De ella me enamoré después de verla en “Besos robados”, aquella película de François Truffaut en que Delphine se apiada de Jean Pierre Léaud y le regala una milagrosa tarde de cama.  
Delphine, como ya saben, también es la actriz principal de la película de Resnais, pero he de reconocer que está mucho mejor, física y espiritualmente hablando, en la de Truffaut, a pesar de que en ésta ya tiene siete años más, o sea, treinta y seis. Pero treinta y seis años esplendorosos. Y también he decir que Delphine me gusta más de rubia, aunque sea de bote, que de morena. Ya sé que ahora tiene que andar por la friolera de los ochenta años, tal vez alguno más, pero no es difícil de imaginar que será una viejecita encantadora.
Antes de acostarme, leo unas páginas del guarro de Bukowski, pero a pesar de los pesares admito que este cabrón tiene algo especial y salvaje, una fuerza y un ritmo que suelo echar en falta en algunos de los escritores de hoy y de ayer. Pongan ustedes los nombres que se le antojen.
Me hago la promesa de salir mañana a buscar por las librerías la novela póstuma de Cabrera Infante. Me han dicho que se titula algo así como “Mapa dibujado por un espía”.
Sobre la una de la madrugada, en honor del escritor cubano, escucho la “Pavana para una infanta difunta”, de Ravel. Después, me voy derechito a la cama. El bolero lo dejo para mejor ocasión. Ya me entienden.





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