Domingo, 3 de noviembre del
2013
Lo mejor es escribir un buen
rato antes de que amanezca. Al menos tres horas. No suena el teléfono ni nadie
se atreve a molestarte.
Desayuno a las diez.
Marigel me comenta el libro
que está leyendo. Ambos dudamos de que su verdadera autora sea Nieves Herrero.
Detrás de cada famosa televisiva suele respirar un negro. O una negra.
Después leo el periódico por
internet. Me alegro enormemente de que todo vaya tan mal. Es la única manera de
tener un mundo más o menos entretenido. Yo creo que el día en que la cosa
empiece a ir bien, lo mejor será comprarse un circo o votar a Cayo Lara para
que la diversión no acabe jamás.
A las doce y media, bajamos a
la playa para dar un paseo. Seguimos hablando de la vida amorosa y adulterina de
Ramón Serrano Súñer.
Volvemos a casa a las dos en
punto.
Comemos anchoas de Santoña, raviolis
y salchichas alemanas. Todo muy bien regado con una manzanilla de Sanlúcar.
Después del café, dormimos la
siesta.
Luego vemos por televisión
una película de Billy Wilder: 1,2,3. Creo que sus chistes se han quedado
ligeramente anticuados.
Lectura de Proust antes de
cenar.
Después, escucho la famosa
sonata de Vinteuil y me voy a dormir por el camino de Méséglise.
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