Jueves, 28 de noviembre del
2013
Llevo más de cinco días
encerrado conmigo mismo por culpa de uno de esos catarros dignos de ser
incluidos en la biografía de un hombre. Reconozco que los polvos milagrosos de
una droga llamada “Frenadol” me han mantenido en una especie de vigilia/cuelgue
muy próxima a la delincuencia, hasta se me ha desviado el gusto literario hacia un
tipo de lectura que había olvidado por completo. Me refiero a la literatura del escritor de segunda fila. O sea, a mis mejores y más queridos colegas.
Sin embargo, agradezco al
farmacéutico que me pasara la papelina, joder, ya que he tenido la oportunidad
de leer a un escritor que yo sólo conocía de ver su nombre escrito en
los títulos de una película.
Se trata nada menos que de
Sherwood King, autor de la novela titulada “Si muero antes de despertar”,
novela que Orson Welles adaptó, aunque de forma bastante heterodoxa, para rodar
su famosa película “La dama de Shanghai”, cuya actriz principal, como ustedes
ya saben, es nada menos que la maravillosa Rita Hayworth. Y les confesaré algo
que les sorprenderá, como que a mí es la Rita que más me gusta, mucho más
que la Gilda despampanante de "Gilda", ya que ese rubio platino y esos vestidos de señora
decente que luce en la cinta de Orson Welles, su afortunado marido por aquella
época, le prestan un halo de respetabilidad erótica más allá de lo
razonablemente soportable.
Pero estábamos con el personaje de Sherwood King, del que
nadie sabe nada, ni siquiera esos tipos sabihondos de Google, que parece que lo
controlan todo, pero no es así, no señor, porque da la casualidad que del amigo
Sherwood no participan ni el más sencillo de los datos biográficos. Yo tampoco
conozco nada de lo que se pueda referir a su vida y al resto de la obra, pero
sí en cambio tengo una teoría al respecto, que no es poco.
Quiero decir que ese nombre tan rimbombante de Sherwood King no sé por qué pero me suena a pseudónimo, ya lo creo, y pienso
que detrás de las bambalinas de ese nombre se esconde un escritor importante.
¿Por qué? Tal vez porque ese tipo pensó que adentrarse en las procelas del
género negro era rebajarse como escritor, como un viaje a los infiernos que
podría chamuscar su reputación, y que con un pseudónimo mantendría inmaculada
su verdadera identidad.
Uno, desde luego, va a
investigar en lo posible por ver si descubre qué clase de hijo de perra se esconde detrás de ese jodido nombre. Y es que ese tipo me interesa porque sobre el Mal piensa lo
mismo que yo. La verdad es que el muy cabronazo me tiene intrigado.