ALMAS ERRANTES
Después de algunas lágrimas, he llegado a la conclusión de que la decadencia madridista es consustancial al espíritu de la época. Si ustedes se dan cuenta, todo empezó al mismo tiempo que el 11M, el hundimiento político de la derecha y la vuelta ferroviaria de los socialistas al poder. El Real Madrid fue siempre como el espíritu de la España de toda la vida, una España tradicional de derechas, misa diaria, dominó y sábado sabadete. Una España barojiana, en definitiva, de amores como Dios manda y hasta que la muerte nos separe. Eran tiempos en que el Real Madrid ganaba con tan sólo enfundarse la camiseta, salir al campo y posar para los fotógrafos. Pero la vida cambia, las costumbres se modifican y hasta el fútbol demanda un espíritu nuevo y flamante. Otra cosa. Y aquí tenemos con nosotros la rutilante modernidad que nos invade, con sus nuevos héroes de alcoba ajena, sus identidades nacionales, sus incendios veraniegos y galaicos, sus nuevos ricos de comisión y ayuntamiento, sus políticos de diseño criminal y analfabético, más sus apesebrados de pantalla y linotipia. Vivimos una España en la que ya no caben las victorias imperiales del Real Madrid, que más que un equipo de fútbol era como los tercios de Flandes, aquellos héroes inmortales de celada, sarisa y alatriste. Porque ese espíritu de don Santiago y cierra España se ha fundido ya con el viento de la Historia. En consecuencia, estos Cristianos y Ronaldos, que todavía virulean entre pedrada al viento y balonazo, son almas errantes y como surgidas del recuerdo de antiguas órdenes de caballería. El fútbol de la modernidad ha de ser periférico, de buen talante, pluralista, aliado con las civilizaciones y, sobre todo, de corta estatura argentina. ¡Qué pena, don Florentino!
Antonio Civantos
28 de mayo de 2011
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