DIARIO DE UN ESCRITOR CON LAS MEJILLAS HUECAS
17-1-2012
San Antón. Bajo mi ventana, durante todo el día han desfilado perros y gatos para ser bendecidos en la iglesia de enfrente. La banda de música de Madrid ha tocado varios pasodobles. El más celebrado ha sido Amparito Roca, del maestro Jaime Texidor Dalmau. Confieso que se me ha puesto el alma como de media verónica.
Después de la lluvia de ayer, se aclara el tiempo y por fin puedo sacar el paraguas. Y es que sólo me gusta llevar paraguas cuando no llueve. Me sirve de bastón y me siento como un lord inglés.
Tampoco me gustan los animales. No obstante, hoy he acariciado al caniche de una morena con ojos verdes, aquí abajo, en mi puerta, y el muy cabrón ha querido morderme. Yo creo que ese caniche ha visto demasiado claras mis intenciones. Menos mal que los reflejos aún me responden.
Después de mi paseo vespertino he leído algunos poemas de Apollinaire: “Tus pechos son los únicos obuses que me gustan”.
La película que acabo de ver esta noche ha sido “Mildred Pierce”, dirigida por Michael Curtiz, unos de esos magníficos artesanos de los mejores años de Hollywood. El guión está basado en una novela de James M. Cain. En mi opinión, lo mejor de la cinta es la interpretación de Zachary Scott, uno de los más grandes bandidos de la historia del cine. Yo creo que hasta la fecha no ha habido un actor que haya sabido morir con tanto realismo como él. No tengo la menor duda, si yo fuera bandido querría tener la cara de Zachary Scott. De momento, me conformo con envidiar a James M. Cain. Envidiar nos es malo si se sabe que se envidia.
Otro verso de Apollinaire: “La chimenea lejos de mí fuma cigarrillos rusos”. Parece una greguería de Ramón.
Me llevo a la cama unos cuentos de Irvine Welsh. A ver si me colocan.
18 de enero de 2012
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