21 de mayo de 2012
OTRA VEZ EN MADRID
CARTAS A DORA MALENGO
Madrid, 21 de mayo del 2012
Querida Dora:
De nuevo en Madrid. Los ochos días que hemos pasado en San Marcial, desde un punto de vista profesional, no fueron demasiado productivos. Tal vez en otros aspectos no haya ido tan mal la excursión, pues al menos hemos terminado la obra de la casa, que no es poco. Me aterra cualquier tipo de cuadrilla gremial deambulando a mi alrededor. No lo soporto. Me achico, me siento humillado, invadido, vejado y como secuestrado en mi propio cuarto. Sin embargo, como en otras ocasiones, lo indicado es leer a Proust hasta bien entrada la noche. Proust te despeja la mente y, después de unas cuantas marquesas, al instante ves cómo la alegría vuelve de nuevo a tu espíritu. Claro que lo más satisfactorio del viaje ha sido que he visto a mi nieto Mario. Catorce años de nieto. Una obra de arte. Deberías ver cómo dibuja y qué imaginación más portentosa tiene. Dice que quiere ser arquitecto, pero mucho me temo que el duro trabajo que tendrá que realizar para sacar esa carrera será demasiado para su cuerpo. En su caso, la inteligencia es inversamente proporcional a sus ganas de trabajar. Y así no vamos a ninguna parte.
Por cierto, Dora, no sabes cómo se ha puesto una señora de Salamanca por mi último artículo: LA CRISIS Y LAS VANGUARDIAS. Se trata además de una señora adorable. He visto su foto en Internet y no te puedes imaginar el buen aspecto que tiene. Es una de esas señoras que uno quisiera tener por amiga. Sin embargo, la pobre se coge unos tremendos berrinches cada vez que lee mis artículos. Al menos es lo que me ha dicho en un correo que me ha mandado. Normalmente, a las viejecitas les gustan mucho mis artículos porque la mayoría son de derechas, pero ésta debe de ser algo rojilla y se me ha encabritado porque dice que insulto a los que no son de mi cuerda. Y la verdad, Dora, es que tiene razón. No obstante, prefiero a una señora rebrincada que me escriba y me ponga como no digan dueñas que a esas otras que, a pesar de estar de acuerdo conmigo, se callan como maniquíes y no me dicen ni hola y qué tal estás. Yo, desde luego, no voy a cambiar mi línea de argumentación, ni mi estilo faltón y de francotirador kosovar, pues si lo hiciera no me leería nadie y mucho menos doña Angela Justa Rodríguez, que así se llama esta señora salmantina tan decidida y valiente a la hora de defender sus ideas. Y que sea por muchos años.
Pues bien, Dora, como te digo toda esta semana la vamos a pasar aquí en Madrid. Yo tengo que corregir, por segunda vez, las pruebas de mi novela, “EL ASESINO DE VENECIA”, ya que la editorial quiere hacer un esfuerzo para que pueda presentarse en la Feria del Libro de Madrid, que empezará hacia finales de este mes de mayo. No sé si te lo he dicho, pero durante todo un día voy a firmar ejemplares en una de las casetas de Santiago Palacios, que es el distribuidor para Madrid de la editorial LA VAL DE ONSERA. La última vez que firmé, hará tres o cuatro años, firmé al lado de Boris Izaguirrre, cuya cola de lectores daba varias vueltas al lago del Retiro; la mía en cambio se reducía, cuando más tenía, a una o dos personas que, para colmo de males, siempre venían juntas. Mientras él firmaba mil novelas, yo firmaba una. De modo que este año he pensado ponerme una flor en el pelo para ver si tengo más suerte.
Te seguiré contando. Un beso.
Antonio
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